Leo en el periódico EL PUBLICO de hoy: “El Gobierno (español) se volcará en la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), a la que asistirá el papa. El Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, ferozmente criticado por los medios de la derecha y por el propio papa por su supuesto laicismo “radical”, pondrá a trabajar a siete de sus 15 ministerios: Presidencia, Exteriores, Trabajo, Cultura, Interior, Defensa y Fomento tendrán alguna parte de responsabilidad en la organización de la visita, que se celebrará entre el 16 y el 21 de agosto en Madrid.
Ese ha sido el compromiso que ha trasladado el ministro de la Presidencia, Ramón Jaúregui, al presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, y al nuncio apostólico, Renzo Fratini, en una reunión convocada para analizar los preparativos de la jornada”.
Leo, por otra parte, en la revista PAPELES (que un buen amigo me ha hecho llegar), en un artículo, titulado “Sin democracia económica no hay democracia política”, que, la organización CRISTIANISME i JUSTICIA publicó, a modo de reflexión al concluir el año 2010, sobre la visita a España del papa Benedicto XVI de ese año:
“3. La visita papal
En tercer lugar, nuestro país ha recibido en los últimos meses de este año la visita del papa Benedicto XVI. Al margen de cuál sea en verdad el impacto real de esta visita, nos sentimos obligados, como católicos, a una doble reflexión.
3.1. Gratitud y dolor
Como simples ciudadanos, creemos deber expresar dos palabras. Una palabra de gratitud a las voces de la sociedad y de la iglesia catalana que han tenido el elemental gesto de cortesía y bienvenida al que viene a visitarnos. Otra palabra de dolor, y vergüenza ajena porque siga habiendo políticos y fuerzas mediáticas que convierten lo que podría ser una crítica sensata, y necesaria siempre, en una demagogia al servicio de intereses personales o una descalificación absoluta hecha de adjetivos totalmente desproporcionados.
3.2. Viajes sí, pero no así
Como cristianos, nos creemos en el deber de decir que viajes tan rápidos y mediáticos no permiten al sucesor de Pedro conocer y contactar de veras con las iglesias que visita. Los enormes gastos, sólo en medidas de seguridad, no nos parecen evangélicos (cf. Mt 10, 9-14): nos parece claro que ni Jesús ni Pablo viajarían así. Y la respuesta de quienes pretenden alegar que esos viajes reportan beneficio económico nos parece sencillamente reprobable: no puede haber “negocio espiritual”, allá donde hay un “negocio material”. Entendemos que los viajes del sucesor de Pedro deberían parecerse más a la semilla, que es pequeña pero contiene una fuerza que la hacer crecer por sí sola, que a la espuma (del cava o de la cerveza) que en cuanto desaparece descubre casi vacío al vaso que parecía estar lleno.
Que los papas viajaran fue un importante paso innovador, allá por el pontificado de Pablo VI. Pero hoy entendemos que esos viajes deberían ser de otro modo, más evangélico. Y más evangélico de hecho, no sólo de palabra. Para ello, un factor imprescindible debería ser que el papa viajara sólo como un líder-servidor de los creyentes y no como un poder político o jefe de estado. Estos condicionamientos trastruecan todas las virtualidades evangélicas de los viajes papales.
Y cuando nos sentimos criticados no conviene pensar siempre que la crítica procede de la maldad de los otros, sino que es más evangélico preguntarse antes: ¿hemos hecho algo mal? Sabiendo que el amor no consiste en la alabanza incondicional del otro sino en quererlo a pesar de sus defectos.”
¿Hace falta añadir algo más? Contrastes de escándalo. Eclesial y político, ambos.
Utzi erantzun bat