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Por enésima vez

Por enésima vez, la próxima semana volverá a haber en el Congreso un debate sobre el sistema aeroportuario español. En esta ocasión, a iniciativa de ERC y bajo la fórmula de una Interpelación Urgente al Gobierno.

Por enésima vez escucharemos al Ministro de turno –Blanco en esta ocasión- hablar de un supuesto nuevo modelo aeroportuario español.

Por enésima vez, cuando de la interpelación se derive para la próxima semana la moción consecuente, y tengamos que fijar todos los grupos políticos nuestras respectivas posiciones, ocurrirá, con toda probabilidad, lo siguiente:

-que tanto el PSOE (y, por supuesto, los diputados PSE de turno) como el PP (y los diputados de Euskadi de esa formación) –para que hablar de UPyD- votarán en contra de toda descentralización real de dicha gestión.
-y que los nacionalistas vascos y catalanes votaremos, si es el caso, a favor de una descentralización a fondo de dicha gestión.

Esto es lo que n-1 veces –la de la próxima semana- ha ocurrido hasta ahora. Y tengo alguna curiosidad por ver si, tras los movimientos dados por Fomento en este campo, todo sigue igual o empiezan a moverse algunas piezas.

A lo largo de mi vida, he podido escuchar expresiones diversas sobre lo que es (sería) el Estado en su “core”. En cierta ocasión, le escuche a un Ministro francés decir que el Estado era el “amenagement du térritoire”.Vamos, que el Estado es “la ordenación del territorio”. He leído, en diversas ocasiones, decir que el Estado son/serían “las fuerzas armadas”, “la fiscalidad”,… y no sé si alguna otra cosa, pero no me extrañaría que alguien hubiera dicho, en alguna ocasión, al menos en España, que el Estado es “Fomento”.

Que lo piensan, y, todavía más, que actúan como tal no tengo duda alguna. Y aclaro: cuando aquí hablo de Estado, hablo, claro, de Estado, o quizás mejor, de Gobierno central-centralista. Y si alguien tiene alguna duda le recomiendo muy sinceramente el libro, de reciente aparición, ESPAÑA, CAPITAL PARIS, de Germà Bel. El subtítulo del libro es suficientemente explícito de la tesis del autor: “Origen y apoteosis del Estado radial: del Madrid sede cortesana a la “capital total”.

En esto, al igual que a la hora de ponerse de acuerdo para echar al nacionalismo del PNV del Gobierno, no hay PP ni hay PSOE. Son la misma cosa. Sin solución de continuidad entre gobiernos de uno u otro signo han configurado, entre ambos, sistemas viarios, ferroviarios y aeroportuarios prácticamente sin otro horizonte que el de hacer un Estado “radial” al servicio de un Madrid “cortesano”. Y para que nada escapara de ese objetivo, ante el hecho inapelable de no disponer de puerto marítimo en el centro de la piel de toro, han organizado el sistema portuario de forma que tampoco se escapara, salvo apariencias, de ese mismo esquema centralista. No queda lejos en el tiempo, como muestra más reciente de ello, la última modificación de la Ley de puertos.

Vuelvo al tema aeroportuario. El artículo 10.32 del Estatuto de Gernika dice: La Comunidad Autónoma del País Vasco tiene competencia exclusiva en ferrocarriles, transportes terrestres, marítimos, fluviales y por cable, puertos, helipuertos, aeropuertos y Servicio Meteorológico del País Vasco, sin perjuicio de los dispuesto en el artículo 149.1.20º de la Constitución. Cedntros de contratación y terminales de carga en materia de transportes. Y el artículo 12-8 dice: Corresponde a la Comunidad Autónoma del País Vasco la ejecución de la legislación del Estado en puertos y aeropuertos con calificación de interés general, cuando el Estado no se reserve su gestión directa.

Todo esto dice el Estatuto de Autonomía de Gernika. Los catalanes tienen sus propias disposiciones al respecto, principalmente en su recién modificado Estatuto.

Es evidente que ningún Ministro/a de Fomento, del PSOE como del PP, ha pensado siquiera un minuto, en estos o parecidos textos estatutarios a la hora de definir y llevar a efecto los sistemas bien fueran portuarios, ferroviarios o aeroportuarios del Estado. En toda la historia pasada. Y lo propio, de seguro, sigue ocurriendo ahora que nos anuncian, y perfilan, un nuevo sistema aeroportuario.

Esa es la norma, mande quien mande. Sin excepciones, de igual que manden socialistas y/o populares de Andalucia, Castilla La Mancha o Euskadi, Cataluña o Galicia. Muy lamentable pero totalmente previsible.

Lo triste, ahora mismo, en Euskadi, es que el Gobierno Vasco se ha sumado también a esta esquema de actuación y a esta previsibilidad. ¿Ha oído alguien al Consejero Arriola, al Viceconsejero Gasco o a quien corresponda –para qué hablar del Lehendakari Lopez- definir siquiera –no ya defender- cual es el modelo de gestión ferroviaria o aeroportuaria que quieren y defienden para el País Vasco, según corresponde a éste de acuerdo con el Estatuto de Autonomía de Gernika?

Pues si siempre era y es necesario que lo haga quien pretende gobernar en Euskadi, ahora mismo, vistos los movimientos, siquiera retóricos, que hay en Madrid, por ejemplo en el tema aeroportuario, es, además, absolutamente oportuno y urgente que se defina. Quedo a la espera por si podemos, desde el grupo parlamentario del PNV, apoyar o ser apoyados en esta reclamación.

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Ene bada!

Deben quedar horas, aún contando con el plazo más largo por nadie jamás anunciado, para que ocurra eso que todo el mundo (o nadie, según se mire) espera que ocurra: el comunicado de ETA, anunciando…

Hete aquí, sin embargo, que, entre la espera y el desespero, la víspera de Reyes se colaba en los medios de comunicación la siguiente información: El Ministerio de Interior (entiéndase, Rubalcaba) busca con urgencia policías para luchar contra ETA. En torno al centenar, de todas las escalas, decía la noticia.

Soy un lector un tanto descuidado y, desde luego, poco minucioso de los medios de comunicación, escritos y demás. Quizás sea por esa “cualidad” mía que no recuerdo en mi ya larga vida informativa y política una noticia igual a ésta.

Sé que eso de relacionar entre sí sucesos por el mero hecho de que ocurran en un mismo tiempo (del estilo de “no llueve y tanpoco me toca la lotería, ni la de Navidad ni la del Niño”) no tiene sentido, no se debe hacer.

¿Pero hay alguien, por ahí, que, relacionando o sin relacionar, ni con esto ni con aquello, me pueda explicar, hoy y aquí, a tiempo, el por qué de un hecho tan singular, si no simplemente estrambótico, como el de la falta, a estas alturas, de policías especializados en ETA, el aprieto del Ministerio al respecto, el carácter urgente de la convocatoria, y su publicación en los medios de comunicación, tal como recogían los medios de comunicación el pasado día cinco?

Ene, bada…


A vueltas con…

Ocurre de forma regular, estos últimos años, al calor y en el entorno de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado con apoyo del PNV. Este año, nuevamente. Pero la verdad es que no consigo acostumbrarme.

Leía hace un par de días en un periódico de los llamados de “tirada nacional” (tal cual he podido leer/oír, año tras año, en diversos medios de comunicación) un amplio artículo que se pretendía de análisis –pero que, en el fondo, era principalmente de denuncia, más o menos explícita-implícita,- sobre las enmiendas nominativas introducidas por el PNV en los Presupuestos Generales del Estado a favor de centros e instituciones de Euskadi relacionadas con la I+D+i. Su tesis de fondo era la siguiente: el PNV, contra lo que sería costumbre en los Presupuestos Generales del Estado, ha introducido arbitraria y caprichosamente tales enmiendas. Las introduce, además, en un año especialmente delicado y grave para el sistema español de ciencia e innovación, pudiendo con ello perjudicar o complicar el mismo más o menos gravemente.

El artículo al que me refiero se publicó, ocupando página entera, en la sección de Sociedad de EL PAIS, del pasado martes. Aclaro, por cierto, que no es el peor de los que me ha sido dado leer en los últimos años con tesis similares. Transcribo títulos, subtítulos y demás del mismo.

• TITULO CENTRAL: “El Congreso reparte a entidades vascas la mejora del Presupuesto”.
• SUBTITULO: “Más de 67 millones de I+D van directamente a centros tecnológicos, pero también a proyectos de difícil control. El dinero de Ciencia e Innovación cae un 2,8%”
• OTRO TITULO: “Faltan fondos para el CERN”.
• LADILLOS: “Urkullu ha ofrecido una auténtica lluvia de euros a centros de todo tipo”. “La subvención para investigación se da en concursos y tras evaluaciones”.

No sé si al lector esta batería, sin más detalle, le es suficientemente ilustrativa del por qué este artículo ha vuelto a resucitar en mí el eco de la tesis a que he hecho referencia anteriormente. Por si al lector le pareciera que resumo el contenido del mismo de forma excesivamente burda, voy a intentar, en todo caso, darle algunas pistas de por qué sigo sin querer acostumbrarme a tales supuestas informaciones y análisis, y cuales son mis razones para ello.

Punto 0: No tengo el propósito de entrar a discutir la pertinencia o no de esta o de aquella enmienda nominal. Ahí hay campo para la discusión. Lo reconozco. Puestos a discutir una a una las enmiendas nominales del presupuesto simplemente no llegaríamos a nada. No es eso, además, lo que me mueve a reaccionar. Como no lo son, tampoco, determinadas inexactitudes del artículo sobre supuestas partidas nominales del Presupuesto 2011, cuando son, de hecho, partidas acordadas para el presupuesto 2010 y diferidas a éste por solicitud del Ministerio y por acuerdo generoso de los titulares de las misma. Lo que me preocupa, y me hace reaccionar, va por otro lado. Y más allá, en algún sentido.

Punto 1: EL CSIC –Centro Superior de Investigaciones científicas- tiene, como es archisabido, una presencia mínima en Euskadi. Mínima. Recuerdo que en tiempos de Joseba Jaureguizar, a la sazón Director de Tecnología en el Gobierno Vasco, hubo un estudio de evaluación de lo que podríamos denominar el coste para Euskadi de la no-trasferencia (y de la no inversión en Euskadi a causa, entre otras razones, por esta no presencia del CSIC) referido a un tiempo en torno a los últimos quince años previos al citado estudio. Si la memoria no me falla, aquel coste rondaba los novecientos setenta y tantos millones. Ello quiere decir que en todos esos años, y en más, en los Presupuestos Generales del Estado no ha venido figurando cantidad significativa alguna con destino a Euskadi: ni directamente a través de alguna partida nominal hacia algún Centro tecnológico o similar, ni indirectamente a través del CSIC u organismo público análogo.

Punto 2: Han sido justamente acuerdos presupuestarios con partidas nominales “exigidas” por el PNV los que han hecho que hoy el CSIC sea algo más en Euskadi: que pregunten si no tanto a la Unidad de Biofísica como al Centro de Materiales de la UPV, los dos únicos centros del CSIC, al día de hoy, entre nosotros. El PNV no se ha dedicado, pues, a traer fondos para Centros tecnológicos “suyos”, sino para el conjunto del sistema. Como para el conjunto del sistema trajimos, con negociación presupuestaria por medio, el ESS –Centro de neutrones por exhalación- o la propia transferencia en investigación y desarrollo , tan negada y tan criticada por muchos, en el momento en el que la negociamos y hoy todavía. Entre estos muchos, como se recordará políticos/as ilustres, y también gentes del sistema de ciencia y tecnología de un Estado que, si no es por el PNV y por los gobiernos autonómicos dirigidos por el mismo desde la aprobación y puesta en marcha del Estatuto de Gernika, parecía tener diseñado para Euskadi un horizonte desértico en materia de ciencia y tecnología.

Punto 3: El CSIC tiene, en su totalidad, 138 centros en el conjunto del Estado. Y todos y cada uno de ellos recibe, año tras año, desde los presupuestos generales del Estado, sustanciosos apoyos económicos para financiar su personal, sus instalaciones y no sé cuantas cosas más. Sólo un dato: En la página 15 del Libro Rojo de los Presupuestos del Ministerio de Ciencia y Educación, el lector curioso podrá encontrar un resumen del programa 463A, denominado INVESTIGACION CIENTÍFICA, que dice lo siguiente: TOTAL PARA EL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS (para el año 2011): 682.595,30 miles de Euros. Pues bien, de esto, nada, o casi, para Euskadi. Ni este año, ni nunca en todos los años pasados.

Punto 4: Cuando hablo, y en los términos en los que lo hago, del CSIC, podría hablar, no menos, de otros Institutos públicos estatales (Geológico y Marino; Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, Instituto Español de Oceanografía, Instituto de Astrofísica de Canarias, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, o Instituto de Salud Carlos III, a quienes, una vez más en los Presupuestos Generales para el año 2011 se hacen sustanciosas transferencias, tanto para gastos corrientes -229.126,24 miles de Euros- como para Inversiones -126.880 miles de Euros). Ninguno de ellos está instalado en Euskadi, como es sabido.

Punto 5: En los Presupuestos Generales del Estado, de siempre, han figurado partidas nominales, a favor de esta Institución, Centro o Entidad (aquí me refiero directa y únicamente al ámbito de la ciencia y de la tecnología). Este es todo menos un invento del PNV. En los muchísimos años en los que a este partido se le ha negado el pan y la sal, y también en estos últimos en los que hemos llegado a participar de las migas que caen de la mesa, siempre ha habido una lista, impulsada por otros partidos y fuerzas, a favor de Centros e Instituciones de otras partes del Estado, con Madrid a la cabeza, que han ido recibiendo fondos, sustanciosos incluso. Sólo un par de datos, también, al respecto: Las partidas nominativas que el PNV ha conseguido “traer para casa” para el año 2011 en el marco del Programa 463B, denominado FOMENTO Y COORDINACION DE LA INVESTIGACION CIENTÍFICA Y TECNICA, rondan los 68 millones de euros. Pues bien, ese programa alcanza un total de 2.139 millones setecientos sesenta y ocho con sesenta y un euros. Digo más y con más precisión: En ese programa, las transferencias corrientes (entiéndase los dineros que el Ministerio transfiere a otros para los gastos corrientes alcanzan los 113.623, 69 miles de Euros). Y los dineros que el Ministerio transfiere para inversiones alcanzan los 751.138,39 miles de euros. Y concluyo: en las enmiendas nominativas del PNV no había una sola que fuera para el gasto corriente (siempre hemos sido contrarios a que los Centros tecnológicos y demás del País Vasco dependan de los presupuestos de la Administración central para su funcionamiento habitual y/o corriente. De los 113 millones de Euros, ni peseta, por lo mismo. Nuestras enmiendas solo se dirigen a inversiones. Están comprendidas, por ello, en los 751 millones de euros a los que me he referido. 68 de ese total. ¿Hace falta que transcriba aquí el resto del siempre inmenso listado de partidas nominales que vienen figurando, algunas de tiempo inmemorial, en los Presupuestos Generales? No lo voy a hacer porque sería indigerible. Pero, en todo caso, quien tenga dudas al respecto, no tiene más que repasar los tomos rojos referidos al MICINN (anteriormente a Educación) y…, si todavía no había caído del guindo, se sorprenderá. (Por cierto, que no se olvide de revisar, además del citado programa 463B otros que existen también en el MICINN como el 465A, 467A, 467C, 467D, 467E, 467F, 467H, porque los 6.665 millones setecientos treinta y dos mil doscientos cincuenta euros, que alcanza el Presupuestos de este Ministerio da para mucho. Para muchas partidas nominales, preciso. No sólo ni principalmente para las del PNV). Otra cosa es que alguien pretenda que los Presupuestos Generales del Estado son, por lo que a partidas nominativas se refiere, un coto cerrado para él y para los suyos.

Punto 6: Los problemas del Sistema de Ciencia y Tecnología del Estado son reales, muy reales. No seré yo quien los niegue. Reales, variados y muy serios. Y personalmente no tendría empacho alguno en reconocer que esos problemas (en lo que afectan tanto al sistema estatal de ciencia y tecnología, como al sistema vasco) no se solucionan con las enmiendas nominativas que, como grupo vasco, hemos luchado por introducir en los acuerdos presupuestarios con el Gobierno central. No se solucionan. Pero que nadie pretenda tampoco afirmar, sugerir siquiera, que se deben, ni en lo más mínimo, a ellas. Tienen otras raíces, otro alcance, y, en su caso, otras soluciones.

Y punto 7: Como PNV hemos manifestado siempre nuestra voluntad de entrar a colaborar en la resolución de tales problemas. Conseguimos “convencer” al actual gobierno, en su día, de que esa colaboración requería, para ir sentando bases de colaboración, la transferencia a Euskadi de la competencia que, al respecto, está recogida en el Estatuto de Gernika. Se recordará qué reacciones suscitó, empezando por el propio Ministerio, y siguiendo, hoy todavía, por muchos lados. Hoy es el día en el que no hemos convencido al Ministerio de otras cosas: por ejemplo, de que es necesaria, para que el sistema de ciencia y tecnología del Estado funcione, una reforma “a fondo”, de todo él y, en concreto, del CSIC o, si se quiere, des esa parte pública del Sistema que ha estado y sigue estando acostumbrada, y se cree con derecho inveterado, a que a ella se le pague la investigación, haga o deje de hacer lo que haga o deje de hacer. Por otra parte, no sé si nos ha llegado a todos el momento de convencernos de que es necesario modificar a fondo las reglas de juego, públicas, parapúblicas y privadas, con las que venimos operando en los diversos sistemas de ciencia y tecnología y entre sistemas. A mi personalmente me ha llegado ese convencimiento. De eso, entre otras cosas, nos gustaría a nosotros que fuera esa Ley de Ciencia y Tecnología que hoy todavía merodea por los pasillos del Congreso y para cuya negociación hemos mostrado al Gobierno, y al grupo parlamentario que le apoya, nuestra plena disposición y vountad. Veremos qué ocurre. Pero puede todo el mundo tener por seguro: no será en el futuro, como tampoco ha sido en el pasado ni es en el presente, que el sistema español de ciencia y tecnología sea lo que es y ande como ande ni por los méritos exclusivos del PNV ni, mucho menos, por culpa del Grupo Parlamentario de este partido.


URTE ZAHAR-BERRI

Txori, har eta eme, ugarik egiten du igarlearena Urte zahar/Urte Berriaren zangalatraba. Ofizialtasunez jantzita zenbaitek. Komentariogilearen jaka jantzita beste batzuk. Espektakuluaren lumak jantzita festazale batek baino gehiagok. Txepetxaren antzera, salto hona salto hara, adarrez adar ibiliz, sarri, batzuk eta bestek. Esan nahi bai dut: itxurazko igarletzan aritzeko ezinbesteko litzatekeen hegaldi handirik gabe.

Horregatik, asmatu, apenas inork asmatzen duen zer izango den hurrengo Urtea. Demagun, 2011a. Nork daki hori, jakin ere?

Gatozen politikara. Pisutsu egiten da, eta serio hartu ezkero. ernegarri, gogaikarri ez bada, egun hauetan, 2011an hau eta hura gertatuko dela politikaren alorrean aldarrikatzen entzutea.

Zer eta nola ikusten zuen/duen batek lehena/oraina, hala aldarrikatzen du, gehien bat, geroa. Orain artekoaren luzapen huts izatera iristen da sarriegi zenbaiten igarle-kukurrukua.. Zaharrak berri, esaten zaio horri.

Honatx 2011ko jantzia josteko zenbaitek erabiltzen duen zenbait oihal eta ari.

Krisi ekonomikoak eta politikoak hor jarraituko dute. Neurri estruktural gogor zenbait hartu beharko da, eta hartu ere hartuko da ziurrenik ekonomian (politikaren alorrean besterik da, beste behin). Zapatero “gizarajoa” maldan behera doa. Hori dela eta, PSOE barruan mugidak hasiak daude jadanik. Hamazortzi puntu inguruko aldea ateratzen dio, oraintxe bertan, PPk PSOEri inkestatan. Rajoyren irudia distiratsuegia ez delarik, gainera, ateratzen dio alde hori. PSOEren eginahalak guztiak eginahal, PPko hainbat jenderen ustelkeriak apenas kirats elektoralik duen bere aldetik. Dirudi, gutxienez. PP barruko gorabeherak ere ez dira ahaztu behar, begira bestela Alvarez Cascosen azken orduko errebolta. Sindikatuen haserrea –haserre kontrolatua izaki ere zenbait kasutan- ere hor dago, urte berria gazitzeko. ETAren aldarrikapen senpiternoki aldarrikatua ere ezin ba ahaztu. Zapateroren mesede izango ote da, iristen den egunean?. Eta emango al dio aukera Ezker Abertzaleari Udaberriko Hauteskundeetan, bere osotasunean, egoteko? Eta zein erresultaturekin? Beraiek espero duten oparoarekin? Zeintzuk izango dira, bestalde, oro har Udal-Foru-Autonomi hauteskunde horietako erresultatuak? Zeintzuk hor Espainian, eta hemen Euskadin? PPk irabaziko ote du, eta PSOEk galduko, zeinek baino zeinek nabarmenago? Eta horren ondorioak Estatuko gobernagarritasunean? Hauteskunde deia urreratua? PSOE eta PPren Espainiako erresultatuak errepikatuko ote dira hemen Euskadin? Edo, agian, bizi dugun “salbuespen” egoeran etorriko dira –gauza bat da Espainia eta bestea Euskadi- erresultatu elektoral horiek ere? Eta zer izango ote da EAJaz? Oposizioan dagoenetik hona eraman duen politika –hor Madrilen eta hemen Euskadin- sarituko du jendeak bere botoarekin edo agian zigortuko?….

Aspertzeraino jarrai daiteke horrela –galderak egiten nahiz galdera horiei ustezko erantzunak ematen- 2010eko Urte Zaharrari agur egiteko eta 2011ako Urte Berriari ongietorria emateko orduan. Galderak zein erantzunak, holakoetan, ari zaharrak izaten dira. Eta ari zahar horiekin egiten den soka ere, zaharra. Nagusiki zaharra.

2011, ordea, gusta ala ez, berria ere etorriko da, zaharra adina edo gehiago. Hori horrela izango denaren aski eskarmentu badugu atzeragi begira jarri gabe ere. Nork esango zion, esan ere, esate batez Zapaterori, 2010ko Urte Berriari ekitea tokatu zitzaion eta Europako Presidentzia sei hilabeteetarako hartu zueneko hartan, tuputs egin zuen ekaineko krisialdi latz harekin topo egingo zuenik? Etabar, etabar. Nork aldarrikatuko zuen, EAJaren etxe barrura begiratuz, 2010ko Urtarrilaren lehenengo egunetan, zortzi- bederatzi hilabete geroago sinatu zuen akordioa sinatuko zuenik Zapaterorekin? Zer espero zezakeen Lopez Lehendakariak egun haietan beraietan, akordio hura medio, tokatu zitzaizkion ustekabeak nozitzea tokatuko zitzaionik?….

Guzti horregatik, ”zaharrak, berri”, bai, egunkari, irrati eta telebistetan egun hauetan hain ugari sumatzen dugun “txori, har eta eme”ren mokoetan. Baina, badaezpadan, ez dezala inork ahaztu “Urte berria, berri” ere etorriko dela, gusta ala ez.

Niri, gainera, zer nahi duzue, gusta egiten zait hori. Berritasunaren premi latza sentitzen dut, oraintxe bertan, Euskadiko eta, baita, Espainiako politikan.

Berritasun horien alde lan egiteko prest eta gogoarekin ekiten diot urteari. Eta gero, gerokoak.


Feliz 2011

– “Me han dicho que Ud. es un político”.
– “Le han dicho bien”
– “Ya pueden Uds. hacer algo porque, ahora mismo, son Uds. para la gente un problema, equiparable, más o menos, al terrorismo”.

No estoy seguro de que fueran sus palabras textuales, pero no tengo duda del sentido de lo que me quería decir:
– Los políticos somos percibidos como problema.
– Y no como un problema cualquiera, sino uno de sus principales problemas. Como lo es el terrorismo.

Hace un par de días que mantuve esta conversación con un médico, en Madrid, al entrar en su consulta.

El día de hoy, el último del año 2010, es un día en el que supongo que todos dedicamos un cierto tiempo a girar nuestra mirada, siquiera sea superficial, a los 364 que le han precedido para…

No estoy seguro para qué. En principio, podría uno suponer que para sacar provecho de esa mirada, de acuerdo con lo que recoge el refrán vasco de “atzeak erakusten du aurreak nola dantzatu”. Pero, insisto, esto es todo menos seguro.

En todo caso, es justamente la conversación, que acabo de transcribir más arriba, la que ha acudido a mi memoria a la hora de mirar y en algún sentido resumir el año 2010, que yo también intento despedir. Y qué otra cosa desearía más que el que ese resumen fuera para todos, para mí incluido, el escarmiento necesario para que, dentro de un año, el 31 de Diciembre del 2011, pudiera despedir al año, que mañana comenzaremos, con una visión radicalmente distinta.

El año 2010 es indiscutiblemente, por lo que al Estado español se refiere –y no sólo a él- , el año de la crisis económica y de la crisis política. Es un diagnóstico prácticamente unánime, mientras no se entre a buscar culpables y/o responsables. No hay sino que leer-escuchar los resúmenes y mensajes de fin de año, que proliferan estos días.

Es imposible discrepar de ese análisis mientras se mantenga en ese nivel de generalidad. Mis propias, y más hondas, preocupaciones sobre lo que ha sido o dejado de ser el año 2010 van, sin embargo, más allá.

Hemos entrado en una crisis económica de pantalón largo. Es imposible, ahora mismo, discernir con claridad el alcance y profundidad de la crisis política en la que, por muy diversos motivos, y en distintos ámbitos, hemos entrado en el Estado español. Pero tengo para mí, que más allá de todo ello, es la política, ella misma, su razón de ser, su utilidad, su percepción por los ciudadanos la que ha entrado en una crisis de alcance y hondura realmente preocupantes.

Con esa sensación dominante despido el año 2010.

Y no soy, al respecto, muy optimista tampoco para el año 2011.

El año 2011, en primavera, celebraremos elecciones autonómicas, forales (aquí) y municipales y ello tendrá consecuencias claras en el clima y en el escenario políticos. En Euskadi y allí en la política española. El año 2011 Zapatero, y los socialistas, se las verán y se las desearán para no seguir cuesta abajo en la pendiente electoral. En el año 2011 Rajoy tendrá que hacer del PP un partido creíble de gobierno que, además de tener buenas perspectivas electorales, no suscite el temor y rechazo visceral de los que no son suyos. En el año 2011, el Lehendakari Lopez y Basagoiti tendrán que hacer frente, todavía con más claridad, al dilema de o bien seguir, pase lo que pase y piense lo que piense la sociedad vasca mayoritariamente- por el camino emprendido de gobernar en contra del nacionalismo vasco, y, específicamente del PNV, o bien empezar a girar. En el año 2011, el PNV tendrá el desafío de, más allá de haber acertado a ejercer de oposición, ser capaz, también, de transmitir a la sociedad vasca en su conjunto su capacidad para liderar al País Vasco en unas condiciones y circunstancias nuevas, como son las que van haciendo emerger la crisis económica y política actuales. En el año 2011, la izquierda abertzale tendrá que hacer, sí o sí, si quiere despedir el año con un mensaje que transmitir a la sociedad vasca, eso que no ha sabido-querido-podido hacer en los últimos cuarenta años. En el año 2011…

Pero, volviendo al diagnóstico al que me refería anteriormente, hay algo que ojala hagamos todos, empecemos a hacer cuando menos en el año 2011: renovar la política ella misma. Renovar partidos. Renovar Instituciones. Renovar reglas de juego en aquellos y en éstas. Renovar… ¿qué no?

Feliz 2011.


Entre turrón y turrón

Todavía no se me ha pasado del todo la sorpresa que supuso para mí la intervención, en tiempo de réplica a los grupos parlamentarios, del presidente de Gobierno, Rodríguez Zapatero, en el último día del último de los plenos de la temporada que celebramos el pasado día 22 de Diciembre, hace cinco días.

Había acudido al Pleno para informar sobre el consejo europeo de los días 16 y 17 de diciembre en Bruselas. Los diputados éramos más o menos conscientes de la importancia del citado Consejo, pero lo cierto es que la sesión transcurría en tono más bien bajo, con tintes más bien de puro trámite. Tras la primera intervención del presidente, habían hablado también los portavoces de todos los grupos parlamentarios, y pareciera, dada la fecha y demás circunstancias del Pleno, que, en tiempo de réplica, el presidente se iba a limitar con cumplir con las formalidades de rigor y despedirse con un “Feliz Navidad para todo el mundo” de rigor.

No fue así. No, al menos, para mí. Para mi sorpresa Zapatero se lanzó a lo que, si no estoy muy equivocado, y la memoria no me falla, constituyó, si bien en brevedad, uno de los discursos más lúcidos, y quiero creer que más francos y sinceros, de cuantos le he escuchado desde que la crisis económica apareció entre nosotros y nos cambió –no empezó a cambiar- la vida, toda ella, la política incluida.

Fue tal mi sorpresa que, contra lo que acostumbro, al dejar el presidente la tribuna y empezar a bajar hacia su escaño, no me pude callar y le dije: “me has dejado en la duda de si en estas Navidades tengo que comer turrón o no”.

No me contestó, claro, ni se trataba de que me contestara. Pero sigo dándole vueltas al tema.

Esta vez, estoy seguro, no fue una improvisación del presidente. No hay sino que recordar cómo arrancó su réplica. “Nos encontramos –dijo- hoy ante uno de los debates que puede ser más útil a pesar de que no tenga la intensidad aparente de otros debates en esta Cámara”. No era ésa, desde luego, la sensación ambiental que reinaba en ese momento en la Cámara. Pero él quería decirlo. Y lo dijo apoyándose en dos tipos de afirmaciones. Por un lado, las referidas al momento, francamente especial y trascendente, que vive Europa, como atestiguaban las reflexiones y decisiones del Consejo del que había venido a informar. Y, por otro, las afirmaciones, las más claras y contundentes que yo he podido escuchar de boca del presidente hasta ahora, sobre el alcance y gravedad de la crisis económica en la que se encuentra sumida ahora mismo el estado español. No diré que, por primera vez –aunque debo reconocer que así me sonó- el presidente dejó sentado que la crisis que nos tiene acongojados y sobresaltados es una crisis que, en resumen, puede definirse como crisis de productividad. Había venido preparado y aportó datos: “La productividad en España, desde el año 1996 hasta el año 2007 o hasta el año 2006 ha crecido una media del 0,6 por ciento anual frente al 1,7 de la Unión Europea y el 2,2 de Estados Unidos”. Por lo que concluyó: “hemos ido abriendo una gran brecha de productividad y por tanto de competitividad con Europa y con Estados Unidos”.

Recordé, según hablaba, de todas las veces en las que, durante los seis años que llevo en el Congreso, había intentado argumentar en esa misma dirección y había recibido del Ministro/a de turno la réplica de lo bien que iba la economía en España. Y me acordé, no menos, del Zapatero que, no tanto tiempo atrás, había hablado de la España campeona que iba a alcanzar y superar a no se sabe cuantos otros Estados europeos.

Ahora parece claro para todo el mundo: esto no va. No ha venido yendo. De tiempo atrás. Y ahí, más que en las coyunturas del momento, parece estar la causa de fondo del alcance y profundidad de la crisis que vivimos, y que, como reconoció también el propio Zapatero, viviremos también en el futuro. Acotó algo ese futuro, si bien lo hizo con prudencia, con la frase textual que transcribo: “Son cinco años al menos los que vamos a necesitar para profundizar en todas y cada una de las grandes cuestiones que tenemos”.

A esas grandes cuestiones, que llevan el nombre propio de reformas estructurales, dedicó buena parte de su intervención tras el diagnóstico. He aquí las que nos esperan: Estabilidad fiscal a largo plazo, pensiones, reforma laboral, reducción de cargas administrativas y fortalecer la cooperación autonómica, reforma energética, … no sé si me dejo alguna de las que citó.

La ocasión daba para poco más que para la explicitación de los desafíos pendientes. Y en eso quedó. Si bien con algunos añadidos que, por lo que pueden dar de juego en el futuro, no me resisto a recoger.

El primero de ellos se refiere a que es Europa la que a la vez que nos exige tales reformas constituye también el marco y la oportunidad para llevarlas a cabo (en lo que personalmente estoy plenamente de acuerdo).

El segundo de los añadidos fue para hacer referencia a la oportunidad que dijo haber visto en esta ocasión, en los discursos del resto de los grupos parlamentarios, para abordar estos desafíos desde posturas de consenso. Este punto me sonó más a retórica que otra cosa. Lo iremos viendo, en todo caso, en los próximos meses.

El tercero fue para insistir, una vez más, en que él está decidido, cueste lo que cueste, a llevar a cabo dichas reformas. Lo que iremos viendo también.

Fue tras todo esto que le dije lo del turrón. Sinceramente no me esperaba ese día y con esa ocasión el discurso que soltó. Acostumbrado a escuchar a Zapatero, y a sus Ministros, en estos seis años, discursos, reflexiones y análisis que, si por algo, me han llamado la atención por un cierto escapismo y por falta de realismo en su diagnóstico económico, el pasado día 22 me llamó la atención más bien por lo contrario. ¿Estamos ante un nuevo Zapatero?”, me pregunté a mí mismo. Y no diré que me respondí, pero debe reconocer que, al menos por un momento, me pasó por la cabeza lo siguiente: ¿A ver si ahora que todo el mundo da a Zp por descontado, políticamente hablando, quienes, como yo, nunca le hemos tenido por santo de nuestra devoción vamos a tener que encomendarnos, siquiera por un tiempo, a él?

Al momento siguiente me dije a mí mismo: “Tendré que hacerme ver este ir contracorriente, no sea que…”

En esas estoy estos día de Navidad y fin de año, entre mordisco y mordisco de turrón, rumiando esto y lo otro


A propósito de controladores

Ha habido, como siempre, una variedad amplia de temas, parlamentariamente hablando, en la semana que hemos dejado atrás. Mucha mayor variedad de la que seguramente tienen conciencia la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluidos entre ellos los más informados.

Entre esa variedad voy a destacar, por lo que a mi propia actividad parlamentaria se refiere, la que ha girado en torno al tema de los controladores aeronáuticos. El pasado martes, día 14, celebramos en la Comisión de Fomento una larga, y entiendo que interesante e intensa sesión parlamentaria, sobre la problemática de dicho colectivo, especialmente en el último año. Era, en algún sentido, una comparecencia que venía a complementar la que, en sesión plenaria, había presidido el jueves anterior, día 9, el propio presidente de Gobierno, informando de la decisión adoptada días antes por el ejecutivo de declarar el estado de alarma. Dos días más tarde, el pasado jueves día 16, nuevamente en sesión plenaria, a solicitud del Gobierno, mantuvimos un debate sobre, y autorizamos, la prolongación del citado estado de alarma.

No hemos celebrado todavía, con seguridad, el último de los debates al respecto. Pero, creo sinceramente, que nos vamos aclarando. Yo mismo, por no hablar de otros.

Todavía recuerdo, como si hubiera sido ayer, cómo Blanco, en una cena informal que nos ofreció en el Ministerio, recién nombrado Ministro, planteó, entre otros muchos temas, el “escándalo” de los controladores. Recuerdo que a la persona del Ministerio que se sentaba a mi derecha le dije, ya entonces: el dossier está abierto. Ahora veremos cómo se cierra. En ello seguimos. Y seguiremos.

Lo dije el jueves, cuando me tocó definir y defender la posición de mi grupo de apoyo a la prórroga del Estado de alarma. Treinta años de historia, lamentable como pocas, en las relaciones AENA-controladores no se borran así como así. Y dar con una solución al cabo de esos treinta lamentables años, no digamos nada tras los tan incomprensibles como condenables hechos protagonizados por los controladores en la tarde del día 3 y la mañana del 4 de diciembre, que llevaron al Gobierno al cierre del cielo aéreo español y a la declaración del estado de alarma, requiere mucha resolución y coraje, además de claridad de ideas.

Hemos denunciado, como nadie, el comportamiento de AENA y de sus responsables, incluidos entre ellos los sucesivos Ministros de Fomento, con relación a los controladores. Es difícil imaginar una actuación más irresponsable, además de más sostenida en el tiempo, por parte de responsables administrativos y políticos, en relación con un tema, en el origen de índole laboral que afectaba a un colectivo que al día de hoy debe afectar a alrededor de dos mil quinientas personas. Es a resultas de esta actitud como los controladores, liderados por algo que tengo mis serias dudas de que deba recibir la denominación de sindicato, han ido acumulando privilegios, en relación con sus emolumentos, con sus horarios de trabajo y un sin fin de potestades de autoorganización de su trabajo, hasta el extremo que hemos conocido en los últimos tiempos con evidente y generalizado escándalo.

La irresponsabilidad de AENA y Ministros de turno ha sido tal que no sólo se han dejado arrebatar el dinero de todos y las potestades que por ley habían sido dejadas en sus manos, sino que, además, esta dejación la llevaron, allá por el año 1999, al BOE recogiendo todas esas cesiones, ilegales incluso, en un Convenio laboral.

No es extraño que, a resultas, los controladores se hayan creído tan dueños absolutos de la situación como para lanzarse, tan irresponsable como suicidamente por lo demás, a esos hechos que supusieron, los pasados 3 y 4 de diciembre, un auténtico desastre humano para varios cientos de miles de ciudadanos/as, graves quebrantos económicos para diversos sectores, como el turístico, además de un evidentemente grave problema de imagen para un Estado, no sobrado de ella por lo demás, especialmente en estos últimos tiempos.

Lo he reconocido repetidas veces: por mucho que le doy vueltas en la cabeza no se me ocurre, a mí tampoco, qué otra medida que no fuera el Estado de alarma se podía aplicar para empezar a enderezar la situación. Y no he tenido personalmente duda alguna que, visto lo visto, tampoco había otra alternativa que la prórroga que el pasado jueves apoyamos para, si por algún lado, ir dando con una vía de salida a la situación. Apelaciones genéricas al diálogo como vía de salida, que he escuchado estos días por boca de otros representantes parlamentarios, me han parecido, vista y analizada la situación, tan sin base como cuando, como ocurre tantas veces, a falta de un acuerdo suficiente cualquiera, por ejemplo en el tema energético o en el de pensiones, oigo apelar a la necesidad de supuestos acuerdos de estado de todo el mundo. Inducen a la melancolía.

Fue allá por los meses de febrero-marzo de este año, cuando, a raíz de un Decreto Ley del Gobierno, empezamos en el Congreso a entrar a fondo en el tema de los controladores y creímos dar al Gobierno y a AENA, de forma claramente excepcional, a través de una Ley, el marco para la solución de este tema que se había envenenado hasta extremos insoportables para todo el mundo menos para los controladores. Como ocho meses después, hemos comprobado que aquel marco, y las gestiones desarrolladas por el Gobierno y AENA en el mismo, no han dado los frutos deseados e imaginados. Creímos entonces que, hecha aquella ley, una negociación seria, entre Gobierno-AENA y controladores, en el marco de la misma, podía llevar a resolver este nudo gordiano. Ahora hemos comprobado que no. Que el nudo sigue atado, tan atado, si no más, que entonces y que resolverlo requería otras medidas.

“Hemos cosechado un fracaso político en toda regla”, he dicho una y otra vez. Y me reafirmo en lo dicho.

La alarma creada por los controladores los días 3 y 4 de diciembre ha requerido de medias todavía más excepcionales que el de fijar, como hicimos con la ley aludida, los criterios que debían presidir la negociación del nuevo convenio. La declaración del Estado de alarma ha venido a acotar esa alarma que no a sembrar la misma. Cierto es que ha significado una medida de fuerzas para los controladores. Pero una medida de fuerza acotada a su trabajo en las torres de control se refiere. No les ha afectado en el resto de sus derechos. Y por lo que al resto de los ciudadanos –especialmente los que por una u otra razón tenemos que coger el avión- el estado de alarma ha significado una auténtico alivio. Ahora sólo queda que sirva también para, de una vez, convencer a los controladores que no sólo es inaceptable el que se protagonicen plantes sediciosos como los del día 3 y 4 de Diciembre, sino que tampoco pueden pretender seguir tal cual, como si nada hubiera pasado, en esa supuesta negociación de un nuevo Convenio, sustitutivo del que expiró en 2004 y al que “seis años de negociaciones” no han sabido dar salida.

Veremos cómo reaccionan ahora los controladores, en cuyo tejado está la pelota. Veo y escucho estos días a algunos representantes suyos en los medios de comunicación, y no percibo gran margen para la confianza. Pareciera como si siguieran creyendo que ese juego de sentarse a negociar (¡después de seis años¡), cobrando por cierto horas extras por esas horas de negociación (según manifestó Blanco en la comisión del martes) y con el propósito de mantener los privilegios “arrancados” en el pasado y “consagrados” en un Convenio, pudiera tener todavía margen y continuidad. A mi juicio no lo tiene. No sé qué hará el gobierno. En todo caso, cuantos antes se convenzan los controladores que los tiempos pasados son eso, tiempos pasados, mejor que mejor. Para todos, y también para ellos.

Todavía no alcanzo a entender la abstención del PP del pasado jueves en la votación de la prórroga. Es como si el mundo hubiera empezado a girar al revés: que, en su caso, el PNV y CiU hubiéramos mirado para otro lado y nos hubiéramos abstenido, podía en su caso tener la lógica de que, sabiendo que se trata de dos fuerzas políticas que no sólo no gobiernan hoy sino que tampoco van a tener que gobernar mañana, se hacen los distraídos frente a una medida que pudiera parecer complicada y no cómoda de tomar. Pero que quien se abstenga sea el PP y quienes votemos a favor seamos PNV y CiU, habla de una confusión política en la que sinceramente a quienes hay que pedir aclaración y explicaciones políticas no es a nosotros sino a quienes pomposamente se autodenominan todos los días “principal partido de la oposición llamado a gobernar”.

De todas formas, para decirlo todo: no tuve duda alguna a la hora de definir, defender y votar la posición de mi grupo de que, más allá de la formalidad de lo que cada cual votaba, más de uno y más de dos diputados/as del PP se sentían más identificados con nuestros argumentos y votos que con los suyos propios.

¡Así es la vida! Me consta, por cierto.


450 años de lo mismo

Ya se sabe: los políticos, en general, y de forma destacada aquellos que hacen “obras y monumentos” (del signo que sea) gustan de inauguraciones. Incluso de más de una inauguración por obra, si la ocasión da para ello.

El Ministerio de Fomento, y los/as titulares del mismo, son especialmente inclinados a este tipo de inauguraciones propagandísticas. No llevo la cuenta de las invitaciones que, obra a obra, he venido recibiendo de este Ministerio en el tiempo en que vengo siendo portavoz por el PNV en la Comisión de dicha área.

No soy muy dado a ese tipo de “trabajos”. Ni, por lo demás, me da la vida para todo.

Anteayer hice una excepción. Invitado por el Ministro Blanco me subí al tren, de alta velocidad, que partió a las 11 de la mañana, camino de Cuenca y de Albacete.

A las cinco de la tarde volví a estar en mi despacho, tras la inauguración por los Príncipes de un monolito en Cuenca, y tras escuchar una ristra de discursos en la nueva estación de Albacete, a donde empezará a llegar el tren de alta velocidad, de forma regular, este fin de semana, y camino de Valencia (camino de…, partiendo, cómo no, de esa centralidad sacrosanta en la planificación infraestructural española, que es Madrid, de donde arrancan y donde finalizan todos los caminos, viarios, aeroportuarios y ferroviarios (y también, en buena medida, la gestión administrativa –a falta de tener mar- de los portuarios).

Recojo y hago crónica de estos hechos para, a continuación, trasladar aquí algunas de las reflexiones que, camino de vuelta al Congeso, me hacía a mí mismo, mientras el tren volaba a baja altura y a gran velocidad.

Mi enhorabuena, para empezar, a los conquenses, a los albaceteños/as y a todos los castellano-manchegos que tienen ya “la suerte” de que todas las capitales de su Comunidad Autónoma dispongan de TAV, incluidas las correspondientes estaciones. Enhorabuena sincera.

Me gustaría conocer, en detalle, la intrahistoria que ha acabado en este buen resultado para Castilla La Mancha. Más por curiosidad, y, si se quiere, por envidia que por ninguna otra razón.

Que nadie, en todo caso, me venga con “historias” de que estas buena suerte se deba a PEITs (Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte) u otras supuestas planificaciones rigurosas y transparentes. El tren de alta velocidad, como todo lo que tiene que ver con las infraestructuras de transporte del Estado español, responde a dos coordenadas: por un lado, a la que ha supuesto el proyecto borbónico, seguido a pies juntillas por la derecha e izquierda políticas españolas, de hacer de Madrid, valiéndose para ello del conjunto de las políticas de transporte, la capital administrativa y políticas del Estado. (Aconsejo a mis amigos y amigas, interesados/as en este tema que se hagan con el libro ESPAÑA, CAPITAL PARIS de Germa Bel, de reciente aparición, y sobre el que tengo intención de colgar algún post un día de estos).

Los criterios objetivos y transparentes sobre los que supuestamente se hubiera venido desarrollando la política de infraestructuras del transporte en el Estado español son simplemente una fábula. La única realidad es la construcción política de una España radial, con el centro en Madrid, o, como dice Bel, una España a la búsqueda de su modelo Paris, esto es, a la búsqueda de hacer del Madrid sede cortesana la “capital total”.

Convencido de esto, le he manifestado, en repetidas ocasiones, en estos últimos tiempos, al Ministro Blanco mi disposición a participar en una hoguera (purificadora, al estilo de las de la víspera de San Juan)a la que fueran a parar, para ser inmolados, los innumerables informes de supuestas planificaciones, que el Ministerio ha venido elaborando y haciendo publicas, a través de los tiempos, con Ministros PP y/o Ministros PSOE, con el objetivo, prácticamente único, de entretener y despistar al personal, y así poder seguir jugando a la arbitrariedad y al amiguismo).

Ni planificación, ni gestión transparente, ni nada que se le parezca. Ministro/a a Ministro/a, PP y/o PSOE, han practicado siempre un doble juego: por un lado, se aparenta, mediante gestos, libros y discursos, supuestas planificaciones indicativas. Por otro, Ministro/a a Ministro/a, asimismo PP y/o PSOE, y siempre con la cobertura de los citados planes, han ido prometiendo, priorizando y poniendo en marcha aquellos planes y proyectos que más les convinieran o apetecieran o respondieran a los requerimientos de los mejores conseguidores. (Entre estos últimos, por cierto, tengo el nada dudoso honor de estar, como miembro del Grupo parlamentario del PNV, respecto a la Y vasca).

A los vascos, en general, nos ha ido más bien mal con estas reglas de juego. Los Ministros, como puede comprobarse, por ejemplo, en el ámbito ferroviario, han mirado para otro lado. Por ejemplo, en el tren de alta velocidad, para Andalucía, para Castilla la Mancha, para Valencia, para… Afortunadamente, siguiendo en este mismo ámbito, tuvimos el acierto, en el Grupo Vasco, de forzar un acuerdo sobre el TAV con ocasión de un debate presupuestario. He escrito forzar, y no retiraré este verbo, me lo pida quien me lo pida. Fue en época de la Ministra Magdalena Alvarez. En su época y contra su voluntad, como cuentan las crónicas cómplices a las que nos ha sido dado acceder, conseguimos no sólo acelerar las obras del tramo Vitoria-Bilbao, sino, también, pasar la responsabilidad de la ejecución del tramo Arrasate-Irún al Gobierno Vasco.

No se me olvida que, al respecto, por lo que al TAV se refiere, existe en Euskadi un cierto debate. Respetable, como todos los debates. Pero, desde la exigencia del mismo respeto, debo decir que menos mal que, en su día, concluimos aquel acuerdo y pusimos en marcha, y volvimos indiscutible, la famosa Y vasca. ¡Qué sería de nosotros si nos pilla la crisis económica actual sin aquellos acuerdos!

En la estación de Albacete, donde anteayer tuvo lugar el acto inaugural al que vengo refiriéndome, una Diputada compañera del PSOE fue presentándome a un amplio número de fuerzas civiles y sociales que, desde una participación ciudadana organizada, reivindicaban con orgullo el que, habiendo luchado porque el TAV llegara, un día, a Albacete, podían mostrarse, como se mostraban, mostraban contentos y satisfechos. Tanto o más que el propio Ministro Blanco.

“He venido a entrenarme para cuando el TAV llegue a Gasteiz, Bilbao y San Sebastián”, me cansé de repetir a cuantos se me dirigían más o menos extrañados de mi presencia allí. Y especialmente a los numerosos responsables de la administración central de que eso sea así.

Lo aclaro: nadie, ningún responsable me puso fecha segura para tal acontecimiento, independientemente de mostrar educadamente su genérica buena voluntad.

Conclusión: Los diputados/as del PNV vamos a tener que seguir luchando en Madrid en este tema. La “coyuntura” económica actual vuelve a complicarnos la situación. Y, claro, no podremos contar con ningún “Bono” socialista de turno (el Lehendakari Lopez no se le parece en nada al respecto).

Pero el tren llegará. Y ese día sí, si me invitan, volveré a subir al TAV, con Príncipes y Ministros o sin ellos, para sentir el orgullo que ayer sentían los y la albaceteñas con quienes pude departir tras escuchar la ristra de discursos a la que me he referido anteriormente.

No tendré empacho, incluso, en escuchar eso que observo que dicen los Ministros y Ministras últimamente, cada vez que van a Euskadi a participar en la inauguración de algo que ha sido posible gracias a las enmiendas introducidas por el Grupo parlamentario vasco del PNV: “El Estado –dicen- ha invertido en este proyecto… no sé cuantos millones”

“Pues el Estado soy yo mismo”, da ganas de responder como miembro del grupo parlamentario del PNV, y de hecho algo así he respondido en alguna ocasión.

En todo caso, las celebraciones del tren de alta velocidad están todavía lamentablemente lejanos en Euskadi. Sigue siendo el turno de otros. Y sigue impertérrito, también en los tiempos de la alta velocidad, el proyecto de la España centralista de siempre. O de casi siempre. Dice Germa Bel que todo arranca de cuando Felipe II decidió trasladar la sede de la corte de la monarquía de Toledo a Madrid. En 1561. Falta nada para 450 años.


Crónica de urgencia del Pleno de hoy

Hoy, por si alguien tenía duda, era día de trazos gruesos, como lo ha sido. No se declara todos los días un estado de alarma (es la primera vez que ocurre algo así en democracia, a pesar de que desgracias, como el 11-M, no han faltado). De forma que Zapatero, perfectamente consciente de la situación, y de la oportunidad única que le ofrecía la misma, se nos ha aparecido envuelto, ni más ni menos que en la propia democracia, para presentársenos como el defensor decidido de la misma, “de sus normas e instituciones”.

La verdad es que la actuación, rechazable de todo punto de visto, de los controladores del pasado fin de semana daba pié sobrado para una actuación (sobreactuación, le ha dicho, no sin su punto de razón, Llamazares) como la que hoy ha venido a representar el Presidente en el Parlamento, en el trámite parlamentario al que obliga la Constitución en su artículo 116, en caso de declarar estado de alarma.

Evidentemente, nadie, en su sano juicio, podía salir en defensa de los controladores, tal y como ha ocurrido. El debate, desde ese punto de vista, el indudablemente prevalente hoy, ha dado lo que todos habíamos previsto que iba a dar: más bien poco en términos propiamente de debate parlamentario. Y lo que ha dado, en términos de trazo grueso, muy grueso.

Será el próximo martes, a las diez de la mañana, y en este caso en la Comisión de Fomento donde, en su caso, el debate vaya a tener más recorrido. Ese día, tal como ha anunciado el propio Zapatero, y hemos acordado la mesa y los portavoces al término de la sesión plenaria, comparecerá el ministro Blanco y, se supone, entrará en detalles sobre qué ha ocurrido –qué gestión ha llevado a cabo su Ministerio- con los controladores en el último año, o, al menos, desde la aprobación del Real Decreto……

De forma que la sesión de la comisión del próximo martes será sobre esos temas que sólo de forma muy incidental, de pasada, han asomado en los distintos portavoces en el Pleno de hoy. Si sobre el discurrir de los acontecimientos desde el viernes por la mañana hasta que el Gobierno declara el estado de alarma –que es la crónica de detalle con la que Zp ha abierto su exposición- poco es lo que cabe decir-discrepar, no tiene por qué ocurrir lo mismo con la gestión de este tema por el gobierno, una vez se levantó la veda de los controladores y supimos todos de qué privilegios únicos venían disfrutando los controladores. Ahí hay mucho más campo para el debate, con seguridad. Quien haya seguido el debate de hoy con atención ha podido ver asomar muchos de esos temas. Digamos que han quedado entre enunciados y emplazados para la próxima semana. (Si bien, ya desde ahora, declaro mi escaso optimismo para lo que pueda ocurrir en dicho debate donde, más allá de enfrentamientos más o menos coyunturales, existe un acuerdo o, si se quiere, una necesidad de apoyo mutuo entre el PSOE y el PP al que quizás un día de estos dedique otro post).

Junto al trazo grueso citado y al aplazamiento de diversos trazos finos para la semana que viene, el Pleno de hoy nos ha ofrecido también algo que no me resisto a transcribir.

Lo comentaré, acaso, en otro momento. Pero, la verdad, es que se explica por sí mismo, como un libro abierto.

He aquí la transcripción:

Habla Rajoy:

“Señor presidente del Gobierno, el señor ministro de Fomento es un inútil total. (Protestas.- Rumores.- Aplausos.) Perdón…

El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor. Quien ha de llamar al orden o a la cuestión es el presidente de la Cámara. (Protestas.- Rumores.) Silencio, por favor. (Protestas.- Rumores.) Les ruego a todos que guarden silencio.
Adelante, señor Rajoy.

El señor RAJOY BREY: Es un inútil total, con dosis importantes de cara dura… (Protestas.- Rumores.)

El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor.

El señor RAJOY BREY: …porque siempre encuentra una excusa para no asumir sus responsabilidades. (Protestas.- Rumores.)
Señorías, no seré yo quien emplee estos calificativos con el señor Blanco ni con nadie. (Rumores.) Tan cariñosos epítetos fueron los que dedicó don Alfredo Pérez Rubalcaba a un ministro de Fomento por unos retrasos en el aeropuerto de Barajas, en el año 1998. (Prolongados aplausos.) Señorías no seré yo quien diga esto del actual ministro ni de nadie… (Rumores.- Varios señores diputados: ¿No?)”

Había que ver algunas caras socialistas (el puesto que ocupo en la mesa del Congreso me da ese privilegio).


Y vasca: Crisis, sí; retraso, no

Este artículo fué escrito el jueves de la pasada semana. En caliente, por lo mismo, como comprobará el lector que se anime a su lectura. Lo cuelgo ahora en el blog, tras su publicación, hoy mismo, en NOTICIAS DE GIPUZKOA.
No es la primera vez que reflexiono sobre la Y vasca. Y, con seguridad, no será ésta la última. Seguramente todos deberemos reflexionar, y tomar decisiones, sobre la misma en los próximos meses. Sobre todo, en razón de “la crisis”. Pero esto no debiera llevarnos a, en nombre de la necesaria reflexión, ni a olvidar de dónde venimos, ni cómo, ni de qué se trata y, sobre todo, de a dónde cada cual quiere ir. De eso va. Para echar a andar.

Era pasada la medianoche del miércoles cuando llegué al hotel. A las seis de la mañana del día siguiente estaba despierto. Como un pajarito. ¿Culpable? Además de una biología acostumbrada a dormir lo justo, el Ministro de Fomento, José Blanco.

Había empezado a perseguirle, políticamente hablando, desde la misma mañana de ese miércoles. En la sesión de control del Gobierno le pregunté por los criterios con los que se dispone a incluir y/o excluir los proyectos infraestructurales de su Ministerio en el Plan extraordinario del que nos viene hablando. Por ejemplo, la Y vasca, de la que, cómo no, me interesé explícitamente. No logré respuesta precisa y clara alguna: ni sobre la Y ni sobre los criterios.

Ya por la tarde, volví a la carga en la sesión, de cerca de cinco horas de duración, que celebró la Comisión de Fomento, en la que soy portavoz del Grupo Vasco del PNV y en la que compareció el propio Ministro. Volví a interesarme por la Y vasca, por los criterios citados, y, también, escuché con atención y fije la posición de mi grupo en el resto de los temas que el Ministro abordó: ajuste presupuestario, transformación de procedimientos de gestión en el Ministerio de Fomento y el citado Plan extraordinario.

La razón de ser de que el jueves me despertara más temprano que lo habitual y que ya a las seis de la mañana estuviera dándole al ordenador fue doble. Por un lado, que seguía impactado por las cosas que había escuchado en la comparencia de la víspera del Ministro. Por otro, que, dado que también la mañana del jueves, a partir de las nueve, me tocaba debatir con el propio Ministro, en este caso de un proyecto de ley, por el que se modificaba la Ley de puertos del 2003, no era posible seguir con el mismo discurso que había ideado para ese día. Había que rehacerlo tras lo escuchado la víspera. Tras mi intervención, al ir a ocupar de nuevo mi escaño, el Ministro me dijo: “¿Has trabajado esta noche, eh?” Tenía razón.

Hasta aquí la crónica más o menos periodística de los hechos.

¿Conclusiones?

Esto es más difícil. Hará falta tiempo para sacar todas. Pero hoy me interesa destacar una muy personal.

He leído, en diversos medios de comunicación, que el Ministro habría anunciado el miércoles el retraso por igual de todas las obras públicas en las que andaba metido el Ministerio. Entre ellas, la Y vasca. Yo ni escuché eso (y bien atento estuve), ni creo sinceramente que eso vaya a ocurrir.

Por referirme, en concreto, a las obras de la Y vasca que desarrolla el Ministerio de Fomento. El Ministro, es cierto, no quiso responder, ni por la mañana ni por la tarde, si la Y vasca se retrasaría en algunos tramos licitados y si, incluso, se aplazaría en otros. Me empeñe en dar con una respuesta, pero el Ministro estuvo evasivo.

Fue evidente que el Ministro no acudió ayer a la Comisión a dar cuenta del listado de obras, ni Y vasca ni ninguna, que se incluirán y/o se excluirán, aplazaran, etc. – en el marco del nuevo Plan extraordinario. Me acordé y encomendé de aquella frase atribuida a Ajuriaguerra: “El que calla, calla”. Me parece sinceramente que, a tenor de lo escuchado y mientras no se disponga de más informaciones, dar por sentado que la Y vasca se retrasará es sacar conclusiones un tanto precipitadas. No acabé yo tan pesimista. Y hoy, tras las escasas horas de sueño, sigo viendo las cosas por igual.

En todo caso, esto se verá.