Leo hoy en Noticias de Gipuzkoa (y creo que se podía leer en el resto de los periódicos del Grupo Noticias):
“En el asunto autonómico hemos cometido algún error histórico. Cuando murió Franco España tenía tres problemas autonómicos: País Vasco, Cataluña y Galicia. Pero para que los militares y las fuerzas más reaccionarias no se sublevaran, se ideó la fórmula del café para todos. Y el café para todos sirvió para salir del paso. Yo he sido presidente de una comunidad autónoma 21 años y la autonomía ha sido muy útil para mi región. El café para todos ha dado sus beneficios, pero tiene sus servidumbres. Y una de ellas, y sin duda la más importante, es que hay una tendencia a copiar miméticamente por las autonomías más recientes todo lo que se atribuye a las autonomías más veteranas. Cuando yo gritaba en la universidad “libertad, amnistía y estatuto de autonomía”, pedía libertad para todos los españoles, amnistía para todos los presos y autonomía sólo para País Vasco y Cataluña. Y de repente me tropecé con la autonomía de La Rioja, de Castilla la Mancha o de Murcia. Fue un tropezón amable, pero deberíamos reflexionar de si no hay que evitar las servidumbres de aquel café para todos”.
Se trata de declaraciones de Jose Bono, presidente hoy del Congreso de los Diputados, y ayer presidente de Castilla La Mancha, ministro de Defensa y tantas cosas.
Leo, hoy también, en este caso en El País:
En estos tres años de gobierno, Fernández Vara ha enarbolado la bandera simbólica de la decimoctava autonomía española, esa que, a su juicio, habría que crear a partir de una serie de competencias: el agua, determinadas áreas de la sanidad y de la educación, los residuos nucleares, las licencias de caza y pesca, entre otras, que las 17 autonomías deberían devolver a la Administración Central para hacer operativo y eficaz el Estado autonómico. Su propuesta descansa en la idea de que España no puede ser la mera suma de 17 autonomías y que es preciso cerrar el proceso autonómico con un acuerdo de reajuste competencial que garantice la eficacia y equidad general de su región, que precisa de la existencia del Estado más que otras.
“Igual no tiene sentido que las 17 autonomías tengamos 17 de todo. El problema de España es que todos pensamos que es un problema de terceros y que lo mío es mío y lo tuyo es de los dos”, subraya. “La autonomía ha permitido acercar los servicios públicos a los ciudadanos, pero conviene no olvidar que nuestra fortaleza y negocio es España, que si diluimos la marca España nos debilitamos todos”, dice.
Fernández Vara, Guillermo, es, como se sabe, presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Sucedió, hace tres años, a Ibarra. El artículo del que extraigo los dos párrafos llevan el título, rimbombante título de El mirlo blanco socialista (ni más ni menos) y está firmado por José Luis Barbería.
Doy estos detalles y transcribo lo que transcribo con el objetivo de subrayar algo que aquellos con los que hablo de política por estos lares me han escuchado repetidísimas veces: hay ahora mismo, en España, un auténtico movimiento de fondo con relación a las autonomías. Se trata de un movimiento que, como mínimo, proclama que “algo hay que hacer” porque, por decirlo de forma suave y de forma coloquial, esto estaría más bien atascado. En el otro extremo, gentes como Rosa Diez, y otros, no pocos, dicen que simplemente ha fracasado y que hay que dar un auténtico “golpe de timón”.
Estamos, repito, ante un auténtico movimiento de fondo de la política –y no sólo política- española. Estoy plenamente convencido de ello. Y añado: me preocupa. Me preocupa, incluso, mucho. Especialmente estos días de crisis económica. Escucho hablar demasiado a menudo, con enorme facilidad y no menos irresponsabilidad, de cómo, al parecer, una buena parte de la situación económica actual española se debería a sus supuestamente gigantescas y derrochadoras administraciones autonómicas.
De ahí a que alguien quiera, “para hacer frente a la crisis” borrarlas de un plumazo, sólo queda un paso más en el camino de la irresponsabilidad y del autoritarismo.
Defiendo, estos días, ante mi partido que tanto por la crisis económica a la que nos tenemos que enfrentar como por la necesidad de abordar una situación política muy compleja y comprometida, es necesario, para empezar, que no nos dejemos llevar de prontos ni de actitudes puramente reactivas. Luego, que es no menos necesario el que levantemos nuestra mirada más allá de la inmediata coyuntura y fijemos la misma en un cierto medio plazo para intentar ver y abordar los desafíos, riesgos y oportunidades que asoman la cabeza en esta coyuntura revuelta y confusa. Y, tercero, que arriesguemos, si hace el caso, porque no son éstos tiempos ni para acomodaticios, ni para cortos de vista, ni para pusilánimes.
Evidentemente no digo esto sólo en referencia al tema objeto de las transcripciones con las que abría este comentario: las autonomías. Hay muchos más temas que me llevan a esas conclusiones. Pero, entre ellas, es “movimiento de fondo” que observo en el tema autonómico y al que vale más que acertemos a responder con nuestra propia estrategia y táctica, antes de que nos encontremos con respuestas “musculosas” como las que algunos están proponiendo. Y evidentemente no me refiero a Bono cuyo análisis da, al menos, para empezar a hablar con él y ya se verá en su momento si para terminar fijando posiciones y cuales por parte de cada cual.
ekaina 24th, 2010 at 7:53 pm
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