– “Me han dicho que Ud. es un político”.
– “Le han dicho bien”
– “Ya pueden Uds. hacer algo porque, ahora mismo, son Uds. para la gente un problema, equiparable, más o menos, al terrorismo”.
No estoy seguro de que fueran sus palabras textuales, pero no tengo duda del sentido de lo que me quería decir:
– Los políticos somos percibidos como problema.
– Y no como un problema cualquiera, sino uno de sus principales problemas. Como lo es el terrorismo.
Hace un par de días que mantuve esta conversación con un médico, en Madrid, al entrar en su consulta.
El día de hoy, el último del año 2010, es un día en el que supongo que todos dedicamos un cierto tiempo a girar nuestra mirada, siquiera sea superficial, a los 364 que le han precedido para…
No estoy seguro para qué. En principio, podría uno suponer que para sacar provecho de esa mirada, de acuerdo con lo que recoge el refrán vasco de “atzeak erakusten du aurreak nola dantzatu”. Pero, insisto, esto es todo menos seguro.
En todo caso, es justamente la conversación, que acabo de transcribir más arriba, la que ha acudido a mi memoria a la hora de mirar y en algún sentido resumir el año 2010, que yo también intento despedir. Y qué otra cosa desearía más que el que ese resumen fuera para todos, para mí incluido, el escarmiento necesario para que, dentro de un año, el 31 de Diciembre del 2011, pudiera despedir al año, que mañana comenzaremos, con una visión radicalmente distinta.
El año 2010 es indiscutiblemente, por lo que al Estado español se refiere –y no sólo a él- , el año de la crisis económica y de la crisis política. Es un diagnóstico prácticamente unánime, mientras no se entre a buscar culpables y/o responsables. No hay sino que leer-escuchar los resúmenes y mensajes de fin de año, que proliferan estos días.
Es imposible discrepar de ese análisis mientras se mantenga en ese nivel de generalidad. Mis propias, y más hondas, preocupaciones sobre lo que ha sido o dejado de ser el año 2010 van, sin embargo, más allá.
Hemos entrado en una crisis económica de pantalón largo. Es imposible, ahora mismo, discernir con claridad el alcance y profundidad de la crisis política en la que, por muy diversos motivos, y en distintos ámbitos, hemos entrado en el Estado español. Pero tengo para mí, que más allá de todo ello, es la política, ella misma, su razón de ser, su utilidad, su percepción por los ciudadanos la que ha entrado en una crisis de alcance y hondura realmente preocupantes.
Con esa sensación dominante despido el año 2010.
Y no soy, al respecto, muy optimista tampoco para el año 2011.
El año 2011, en primavera, celebraremos elecciones autonómicas, forales (aquí) y municipales y ello tendrá consecuencias claras en el clima y en el escenario políticos. En Euskadi y allí en la política española. El año 2011 Zapatero, y los socialistas, se las verán y se las desearán para no seguir cuesta abajo en la pendiente electoral. En el año 2011 Rajoy tendrá que hacer del PP un partido creíble de gobierno que, además de tener buenas perspectivas electorales, no suscite el temor y rechazo visceral de los que no son suyos. En el año 2011, el Lehendakari Lopez y Basagoiti tendrán que hacer frente, todavía con más claridad, al dilema de o bien seguir, pase lo que pase y piense lo que piense la sociedad vasca mayoritariamente- por el camino emprendido de gobernar en contra del nacionalismo vasco, y, específicamente del PNV, o bien empezar a girar. En el año 2011, el PNV tendrá el desafío de, más allá de haber acertado a ejercer de oposición, ser capaz, también, de transmitir a la sociedad vasca en su conjunto su capacidad para liderar al País Vasco en unas condiciones y circunstancias nuevas, como son las que van haciendo emerger la crisis económica y política actuales. En el año 2011, la izquierda abertzale tendrá que hacer, sí o sí, si quiere despedir el año con un mensaje que transmitir a la sociedad vasca, eso que no ha sabido-querido-podido hacer en los últimos cuarenta años. En el año 2011…
Pero, volviendo al diagnóstico al que me refería anteriormente, hay algo que ojala hagamos todos, empecemos a hacer cuando menos en el año 2011: renovar la política ella misma. Renovar partidos. Renovar Instituciones. Renovar reglas de juego en aquellos y en éstas. Renovar… ¿qué no?
Feliz 2011.