Leo los periódicos y no consigo descifrar quién ha resultado el más decepcionado por el comunicado de ETA. Ni quien, en el lado contrario, ha resultado definitivamente satisfecho. Observo, más bien, que las reacciones al comunicado de ETA están siendo las que cualquiera medianamente avisado podía imaginar que iban a serlo una vez se tuvo conocimiento del texto preciso del mismo. Tras mucho leer, he llegado a la conclusión de que por mucho que siga andando, linterna en mano, por los medios de comunicación, en busca de tales luces, éstas no van a llegar. Concluyo, pues, siquiera provisionalmente, que mientras nadie me demuestre lo contario, el comunicado de ETA ha dado a cada cual razones suficientes para seguir en lo suyo.
Yo también, tras el comunicado citado, sigo en mis trece.
He aquí por y para qué.
Uno, para alegrarme por “lo bueno” que trae el comunicado: ETA declara un alto el fuego permanente y de carácter general, que puede ser verificado por la comunidad internacional….No sé si estaba ya, de algún tiempo a esta parte, en una situación parecida o en la antesala, notablemente pacificada, de esta decisión, pero, en todo caso, me alegro de que, en un comunicado, nos lo haya anunciado, parafernalia al uso acostumbrada, tal decisión. Sólo recordar las veces, en la que, en ocasiones anteriores, nos había anunciado lo contrario, me produce un indiscutible alivio.
Después para subrayará “lo feo” del comunicado: que para mí está en esas “consideraciones” en las que envuelve, por delante y por detrás, ese anuncio aliviador. ETA sigue “predicando” y sigue predicando su doctrina acostumbrada. A estas alturas, no sé muy bien para quién. Pero estoy obligado a pensar que, si predica, lo hace, cuando menos, para sí misma, que estaría convencida, salvo que haya necesitado de alguna hojarasca para encubrir su decisión y quizás sus vergüenzas. Y eso que predica es, a estas alturas, en su boca y en los términos y en los supuestos en los que hace, algo lamentablemente confuso, aburrido, improcedente, de novedad y esperanza cero en su boca..
Finalmente, viene lo peor, lo que califico de “lo malo” del comunicado, que va unido. en buena medida, al aspecto “feo” anteriormente citado. “Lo malo” del comunicado está relacionado más con sus efectos que con la exegesis propiamente de esta o aquella palabra, de este o aquel párrafo, del comunicado. Lo malo, lo realmente malo del comunicado es que ETA aparentemente vuelva a inundar con su palabrería los medios de comunicación y la política –en unos casos por devoción, en otros por obligación, y en otros por afición o inercia- y fija, en más que notable medida, buena parte de la agenda política. Una vez más, habría que decir, dada que ésta es una pretensión inveterada de ETA, no poco exitosa por cierto en numerosas ocasiones. Y ya sabe: las inundaciones nunca son buenas. No hay sino que observar las desgracias, los destrozos, el lodo y la suciedad que dejan a su paso. Especialmente entre los menos avisados y preparados. También, en la política.
Hará como dieciocho años que, siendo por aquellas fechas presentador-conductor del programa de debate (¡Qué tiempos aquellos¡) EZBAIAN de ETB-1 planteé una serie sobre ETAREN ONDOREN, ZER? No recuerdo bien si la idea de hacerlo me surgió porque por aquellas fechas se atisbaba dicho final o si lo hice por eso que para mí constituye una cierta obsesión: intentar mirar algo más lejos, hacia escenarios de futuro que nos ayuden a salir de los atolladeros en los que, a menudo, nos meten la agitación y el revuelo, informativos entre otros, del día a día. Ojala fuera, lo digo a beneficio mío, por esto segundo. Pero, en todo caso, ahí queda el dato, también, para acreditar que las bases escépticas sobre el final de ETA, las mías propias y percibo en estos días que también las de otros muchos, tienen raíces lejanas y, por lo mismo, hondas.
Pues bien, lo realmente malo del comunicado de ETA está en eso: en que parece seguir empeñada en que ese día después no amanezca. Y lo que, en algún sentido es peor: en que parece logar un notable “triunfo”, entre mediático y político, en que esa esperanza tampoco prenda, con el vigor que debiera estar ya prendida, entre los ciudadanos, los grupos políticos y, en la sociedad en general.
Ese es el riesgo. Y ahí esta el mayor daño que sigue causando ETA también después de que nos haya anunciado que deja de matar. Sigue condicionando en exceso, por activa y/o por pasiva, la vida política española y, muy especialmente, la vasca.
Y sin embargo… Ya es hora de que, con comunicado o sin él, se plantee la vida política vasca –y la española en no poca medida- en términos del “día después”.
Urge empezar a vivir, y a hacer la política, de acuerdo con aquella vieja expresión que, creo recordar, puso en circulación EE: “Como si ETA no existiera”. El comunicado debiera ser aprovechado para dar un paso decidido en esta dirección. Por todo el mundo.
Urge, a nadie más que a ella, a la izquierda abertzale (en su conjunto, e incluyo en ella a la propia EA, aunque se me resisten las meninges por razones que a nadie le costará descubrir), que ha vivido, y sigue viviendo pendiente de ETA, de su historia pasada y de su realidad presente. Y eso, evidentemente, es mucho más que “volver” a la legalidad para presentarse a las elecciones forales y municipales de dentro de unos meses. Es, también, por ejemplo, aceptar que la historia política de Navarra no dejó de existir y avanzar cuando ellos desaparecieron de la escena política, sino que ha seguido evolucionando y originando fenómenos esperanzadores como Nafarroa Bai, de recorrido propio les guste o no. Etc. etc.
Urge, también, al conjunto del nacionalismo vasco a que avance decididamente por ese camino. La desaparición de ETA ofrece a ese nacionalismo oportunidades y amenazas, que deberá evitar y/o descubrir. Para ello deberá ser capaz de trazar y recorrer un camino propio, no sólo sin su tutela, sino, también, sin complejo y condicionamiento alguno respecto a ella y a su mundo (al que hasta hoy mismo lo ha sido cuando menos).
Urge, por ejemplo, por hablar de lo más me interesa y me preocupa, al PNV, quien, le guste o no, deberá trazar y redescubrir también un camino propio en el seno de ese movimiento nacionalista, renovando y redefiniendo al mismo tiempo un papel propio central en el marco de una sociedad vasca en la que la violencia de ETA, y sus más inmediatas consecuencias habrán desaparecido o irán desapareciendo.
Urge, también, al resto de las fuerzas políticas del escenario vasco –especialmente PSOE y PP- hoy unidos en un esfuerzo, sin futuro, de carácter supuestamente resistente frente al nacionalismo vasco, y que, les guste o no a ellos, deberán también redefinir y replantear.
Ponernos a vivir en el “día después” es la lección principal que, a mi juicio, debiéramos extraer todos de una vez y para siempre. Si para ello era necesario un comunicado como el que ETA acaba de publicar, incluido “lo feo” y “lo malo” del mismo- bienvenido haya sido el mismo.
Mucho me temo que no. El debate apunta en otras direcciones. La urgencia de las próximas elecciones municipales colabora en ello no poco. Como si alguien, ETA o en compañía de ETA, nos hubiera fijado –y según la izquierda abertzale nos va a seguir fijando con más comunicados- la agenda política de los próximos meses.
Yo, a lo mío. Tengo en mi casa, en San Sebastián, la grabación de lo que ilustres personalidades políticas, económicas, culturales dijeron en aquellas mesas redondas sobre ¿“DESPUES DE ETA, QUE? Hace una pila de años. Voy a ver si, a mi regreso de Madrid, encuentro en ellas la luz que ahora mismo no veo en los medios de comunicación. Algún atisbo, al menos.
¡Buena falta nos hace, siquiera sea por sacudir el aburrimiento!
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